11 diciembre 2011
Un mandato en el silencio
Te pido que me acalles por completo en las noches, para que las palabras enfiladas y afiladas que retumban como ecos interminables, esas que en realidad no parten de mí sino de lo que quieres y no quieres escuchar, no terminen como siempre desvelándote.
Por eso mismo, despierta. Despabílate, madruga aunque este día no trabajes y como primer paso al levantarte, abre de par en par las ventanas y llena tus pulmones con el aire fresco de las mañanas.
Deja atrás a quien sólo transita las madrugadas como vampiro, y que sin darte cuenta se apodera y se nutre con tu energía, dejándote agotada y abatida.
De dónde sacas y afirmas que todo ya está vivido, que no hay un mejor camino que el transitado, que no hay un mejor abrazo esperándote en algún rincón lejano.
De dónde sacas y te convences que estás sola. Jamás podrías estarlo con tanta humanidad allá afuera, esperando amar y ser amados.
Jamás podrías estarlo porque te tienes a ti misma y contigo a tus talentos, tus dones, tus habilidades, esas que siempre te han abierto camino y te han sorprendido.
Es tu propia actitud la que, cual veneno mortal, hace que agonices antes de tiempo. Adelantas la muerte en las horas de tristeza teniendo ante ti aún un presente para saborear y disfrutar.
¡Qué desperdicio! ¿Acaso no te das cuenta que lo único que estás malgastando es tu propia vida?
Sí, tu vida, la única que tienes, la que nadie puede vivir por ti, la que se pasa cual ráfaga fugaz, la que dura apenas un suspiro del universo.
Entonces, a qué viene tanto duelo repetido si el muerto se muere una sola vez.
A qué guardarle el asiento a un espectador que sabes bien no quiere participar en la obra.
Hasta cuándo te pregunto y debes preguntarte. ¿No te han alcanzado aquellas palabras leídas para darte cuenta que ya no es quien conociste antaño? ¿Acaso no sabes que el pasado jamás regresa? ¿Por qué te niegas indolentemente a vivir, a sentir, a explorar otros caminos aunque no conduzcan a ningún sitio?
Siempre haz sostenido que lo importante era el camino y no la meta, porque alcanzada ésta, habría que situar los sueños en otra, seguramente más lejana, que nos volviera a motivar.
Entonces te pregunto, dónde ha quedado esa soñadora, dónde la idealista, dónde la eterna luchadora que renacía de sus propias cenizas, dónde la muchacha ágil e incansable, dónde a quedado tu inagotable fuerza de voluntad, esa que te permitió sobreponerte a tantos obstáculos.
¿Te rendiste?
¿Por qué, por quién? ¿Acaso una sola persona puede provocar que inmoles todas tus esperanzas?
¡No te reconozco, esa no eres tú, esa apenas es una sombra de quien eres en verdad!
Sí, coincido contigo en que el amor es lo más maravilloso del universo, en tanto lo vivas plenamente, en tanto sea compartido y correspondido, en tanto sea de a dos.
A qué vengo con esto si lo sabes perfectamente, porque lo haz vivido.
Pues entonces agradece, entiende que ya no está y acepta que no volverá.
Entonces párate nuevamente sobre tus piernas y comienza a caminar nuevamente con el ímpetu que te caracteriza.
No te permitas sentir pena por ti misma, desecha ese sentimiento que sólo conduce a un dolor infinito e infructuoso.
Da vuelta la página, cierra definitivamente el libro y archívalo en algún lugar remoto al cual no tengas acceso, eso te permitirá recomenzar sin tanto peso sobre tus hombros.
Lo que diste ya está dado, tienes que entender que aún hay mucho más por dar y por recibir. Solo debes salir del ostracismo en que erróneamente te haz refugiado.
Mírate bien, aún tu piel es tersa, tus ojos no han perdido su brillo, solo están tristes, tu rostro sigue siendo armónico y expresivo. Tus manos están prontas para acariciar nuevamente, tus labios añoran volver a besar. Tu deseo se encuentra anidado en el ansia de volver a florecer.
¿Entonces qué esperas?
El reloj está corriendo a toda prisa y no se va a detener, esperando que decidas despertar de ese letargo que ha durado ya demasiado y que no tiene sentido de ser.
Vuelve a cantar diariamente, vuelve a tu guitarra que es quien más te conoce, vuelve a esos escritos románticos, intensos y seductores.
Vuelve a reír, a jugar cual niña, esa que juraste no dejar morir nunca y que lleva años envejecida, porque le haz dado más trascendencia a otra vida que a la tuya misma.
Entiende que no es justo, que ya es hora, que no puedes permitirte perder más tiempo, que ya fue suficiente.
Sal al mundo, afuera existen almas como la tuya esperando encontrarte y que las encuentres, disfruta el durante todo lo que puedas.
Porque al fin y al cabo, llegamos solos y nos vamos solos de esta vida, aunque al nacer quizás dos manos te reciban y aunque al partir, si tienes suerte, una mano te despida.
17 mayo 2011
BUSCANDO RESPUESTAS
Mi guitarra duerme silenciosa en el letargo de éste, mi tramo final, anhelando que mis manos vuelvan a acariciarla, que mis brazos amorosamente la contengan, que volvamos a ser las inseparables que siempre hemos sido e inundemos la casa de sonidos, transitando, como otrora, espacios musicales, místicos e interminables.
Mi voz ha enmudecido y apenas articula las palabras mínimas y necesarias.
Mi mirada en vano quiere recuperar su chispeante brillo, ese que nos posibilita reflejarnos en otros ojos, opaca y ahuecada insiste tenaz en ser introspectiva.
Mis interminables noches se empeñan en no dejar que concilie el pacífico y gratificante
sueño. Desvelada, observo desde mi ventanal, como se suceden los días a las noches y el agotamiento se ha adueñado de cada parte de mi cuerpo.
Desganada y como autómata hago lo que tengo que hacer, pero desposeída del disfrute que ello antes me ocasionaba y regreso, ávida de volver a resguardarme en este encierro asfixiante que cada día me aísla más del entorno y de la gente.
Me siento cautiva de mi tristeza y no encuentro la salida. A veces visualizo al mar, mi anhelado mar, que está tan cerca y que está tan lejos como para paliar mis heridas y consolar a mi alma.
A veces me veo caminando por sus playas con el viento de frente, respirando profundamente toda su energía para luego exhalar la angustia, las insatisfacciones, los desengaños, el desgano, la soledad, vieja compañera de mis pasos.
Me pregunto cómo puedo sentirme tan vacía teniendo tanto aún para dar; cómo siendo consciente del gran caudal de mi mundo interior, me cuesta tanto proyectarme hacia el exterior; cómo sintiendo esta necesidad de volar nuevamente, me encuentro estática, inmóvil, paralizada e impedida de guiar, uno a uno, mis pasos hacia un futuro distinto.
Y los interrogantes se convierten en incógnitas indescifrables, se estrellan contra las paredes sin encontrar respuestas, en vano intento desentrañar los motivos.
¿Hasta cuándo? Es la pregunta del milagro. ¿Quién maneja los hilos del destino?; ¿quién se apoderó de mi sonrisa?; ¿quién oculta la alegría en mi camino?; ¿quién osa anteponerse a mis sueños inconclusos?; ¿quién me ha condenado a esta perpetua e insoportable tristeza?
¡Quiero romper los barrotes de esta cárcel inmerecida!
Trocar la oscuridad por la luz en las mañanas de mis días. Volver a ser la conductora de mis pasos, terminar con las vigilias sostenidas. Ahuyentar definitivamente la pena y volver a dejar mis huellas en la arena.
Dios, sé que tienes todas las respuestas.
¿Estás ahí? ¡No quiero sentirme huérfana de Ti!
10 mayo 2011
Cómo pudo Sabina ...adivinarme
Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojala,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas son las de después.
A este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir.
Este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti.
J.S.
Cómo pudo Sabina …adivinarme
Que de versos re manidos estoy harta,
que la luz ya no penetra en mi ventana,
que el corazón se me desangra entre las manos,
que camino, sola y triste entre el desgano.
Y me pregunto si es un truco en mi desvelo,
cómo pudo saber de mí, sin conocernos,
cómo pudo describir mis sentimientos,
cómo puede acariciar mi desconsuelo.
Que la vida se me fuga a cada instante,
que vacía me siento sin amarte.
Que imposible se me vuelve el olvidarte.
Me pregunto, cómo pudo Sabina … adivinarme.
Cómo pudo descifrar mis pensamientos
y hacer suyas las palabras que contengo,
recitando ese poema en mis silencios,
resolviendo todo aquello no resuelto.
Cómo pudo despedirse por mi boca.
Tan rotundo es el adiós… que tengo miedo
de perderme en esa historia que acongoja,
de olvidarme del regreso y del consuelo.
Cómo supo que mis ojos se secaron,
que mis ganas de ti… ya no son tales.
Que los versos que escribía se agotaron
y las noches que transito son mortales.
Que rubrico mis palabras con mi sangre,
que motivos no me faltan para odiarte,
pero el odio, ya lo sabes...no comulga con mi carne.
Y es que vuelvo a preguntarme, cómo pudo Sabina… adivinarme.
Noe
10/05/11
14 abril 2011
Retrato de una traición
Todo había estado frente a sus ojos, una pesadilla perversa, espantosa, de la cual no podía despertar aunque quisiera.
Deseó haber sido ciega, invidente, pero al mismo tiempo agradecía el haber podido, por primera vez, ver por sí misma quien era él en realidad.
Casi corría por una ciudad ajena a ella, lugares extraños que no la contenían, y mientras avanzaba sin rumbo le era imposible hilvanar ni la más mínima idea.
Las palabras se repetían constantes dentro de su cabeza, los renglones no seguían un orden correlativo y su mente, antojadiza y desquiciada por el impacto, apenas le permitía aprehender el significado de cada una de ellas.
Se encontraba aturdida, anestesiada y al mismo tiempo un dolor intenso, profundo e insoportable, hacía que su cuerpo se desmembrara, como si cada parte de él no se conectara con el todo.
Las piernas tenían movimientos propios, reflejos a esa necesidad de escapar, de alejarse cuanto antes, a sabiendas que ese brutal hallazgo modificaría toda su existencia.
Los puños cerrados, crispados como piedras, cortaban la circulación hacia sus dedos que se encontraban entumecidos.
Cruzaba las calles sin ver, como una autómata, en tanto un alarido desgarrador, acongojado y contenido en su garganta, le impedía poder respirar profundamente.
El corazón, a pesar de haberse roto en mil pedazos, latía con tal fuerza que la aturdía, sentía que estaba a punto de desmayarse, pero trataba estoicamente que esto no sucediera.
Todo su mundo se había puesto de cabeza, absolutamente todo se había convertido en un gran caos.
Caminaba entre la gente sin poder contener sus lágrimas, que se derramaban incesantes sobre su rostro desencajado y pálido.
Se odió por haber sido tan ingenua, tan ilusa, por haberlo amado incondicionalmente.
Lo odió por haber destruido en ella todas sus ilusiones, sus sueños, su confianza, su razón de ser, sus recuerdos más preciados, sus anhelos.
Los minutos se sucedían como eternidades, en tanto se desangraba irremediablemente por dentro.
En ese mismo estado subió y bajó de un colectivo, luego de un tren, sin poder detener el llanto, sin poder contener la angustia, imposibilitada de rearmarse aunque fuera aparentemente.
Por fin llegó a su casa, pero ya no era, ni volvería a ser la misma persona; cerró la puerta tras de sí encorvada por el doloroso peso de los hechos, total y prematuramente envejecida por la desazón, por el desconcierto.
Sentía el puñal entrando en sus entrañas, destruyendo todo a su paso, dejándola vacía de contenido y deseó estar muerta, tan muerta como sus sentimientos.
Sus lágrimas se confundieron con el agua que borraba de su piel todo vestigio de esas falsas caricias, e inundaron constantes, días y noches enteras que se fueron sucediendo sin paz y sin consuelo.
Mariana, desde aquél apocalíptico y último domingo de febrero, camina con los pasos cansados por las interminables noches transitadas sin poder concebir el sueño; con la mirada perdida en un horizonte mortecino y sin esperanzas, con el alma infinitamente entristecida por lo inevitable, con la cruel certeza de no haber sido amada, con el vacío inmenso y desolador que deja la traición.
05 abril 2011
La historia invertida
Y dentro de esa eternidad sin tiempo se desvaneció por completo el escenario que los rodeaba, desapareció el contexto, las cosas, la gente, todo lo animado e inanimado se esfumó, solo eran él y ella, sólo eran ambos y ni siquiera ellos mismos, los que habían sido, sino una entidad nueva, milagrosa, hasta entonces desconocida.
Como un hecho revelador e inédito descubrieron que se habían fusionado incluso a pesar de ellos mismos, entonces supieron que no volverían a ser jamás quienes fueron. Que los matices, las sensaciones, los sabores, los aromas, los sonidos, en suma el mundo tal y como lo habían concebido había dejado de ser, que desde lo más insignificante a lo más sublime, absoluta y definitivamente todo había cobrado otro sentido.
La magia se impuso, dándole un cariz mucho más intenso a lo que hasta ayer formaba parte de lo cotidiano. Entonces el sol fue más brillante; la luna mucho más mística; las estrellas confines remotos en donde depositar sueños; la fuente, un caudal inagotable, esperando ansiosa nutrirse de deseos camuflados en monedas de cobre.
Entonces todos los caminos recorridos se volvieron lejanos e inhóspitos, simplemente porque no los habían contenido a ambos, y el pasado fue tan solo un rincón remoto,casi surrealista, como parte de otra vida vivida por otras personas.
Se sintieron inmortales, ajenos a cualquier historia que no fuera la de ambos, juntos, unidos, imbatibles, compinches y compañeros, amantes, aventureros, incondicionales y, cuando al fin se concretó el abrazo, supieron cual era el espacio perfecto para contenerlos.
Luego acontecieron los besos, miles, millones de ellos; los poros sedientos de caricias ilimitadas, la pasión devoradora y desbordada. El amor en todas sus manifestaciones, desde la dulce y tierna mansedumbre al más tormentoso frenesí, desde las risas estrepitosas al llanto incontenible y emocionado.
Sucumbieron mansos y rebeldes, serenos y descontrolados, pacíficos e inquietos, inmersos en esa dualidad tan propia marcada por la intensidad de los sentimientos.
Sabían que había que vivirlo plenamente, que no habría otra oportunidad, que no se repetiría y, sin importar cual sería el plazo, se entregaron el uno al otro.
Pero ese no fue el final de la historia, tal como acontece en las novelas, ese fue tan solo un instante dentro de la eternidad de ese inmenso reloj universal, el mismo que ellos creyeron, se había detenido la noche en que se besaron por primera vez.
Se olvidaron que no eran infalibles, que nada lo es, que todo sigue su marcha, que todo se transforma constantemente, aunque las huellas puedan perdurar más allá de las personas.
El tiempo, tenaz en su paso, hizo lo suyo, ellos fueron responsables del resto.
Supieron entonces, como otra dolorosa verdad revelada, que la propia, triste e inevitable soledad iba a resumirse en la ausencia definitiva del otro.
Pero algo, además del amor, fue cierto, nunca volverán a ser los mismos.
03 abril 2011
Entretanto
El aire, entre tanto, se niega a llenar plenamente mis pulmones, la opresión continúa ejerciendo su implacable fuerza; los pasos siguen sin poder dirigirse a ningún sitio preciso, la sensación aún continúa siendo la misma, no estoy a salvo de las sombras que se yerguen avasalladoras frente a todo lo que ocasionalmente me rodea.
La ciudad no es la misma ciudad y los paseos dejaron de ser frente a la imposibilidad de plantear un recorrido que no me sustraiga hacia el pasado.
La mañana plomiza tiñe de gris mi angustia, la calle está desierta y una garúa insistente que amenaza en convertirse en tormenta golpea de refilón a mi ventana.
Un domingo más o un domingo menos en mi vida, que más da. Iniciado como otros tantos, sin alegría, sin deseos, sin planes ni proyectos, sin sonrisa, sin ilusión. Con esta congoja que se ha arraigado en mi alma, con la desazón que no cede. Y me pregunto cuándo terminará este dolor que lo ocupa todo y que no me deja espacio para resguardarme. Lo quiero definitivamente fuera de mi historia, de mi vida pasada, presente y futura.
Quiero despegar de tanta mentira, de tanta traición, de tanto descaro, de ese constante no hacerse cargo, minimizando y queriendo justificar lo injustificable. Quiero recuperar mi luz interior totalmente liberada de las sombras de su hipócrita existencia.
Quiero trepanar todos y cada uno de los recuerdos, exiliarlos de mi mente, quiero desdibujar, hasta que desaparezcan por completo, rasgos, miradas, palabras, nombres.
Quiero tomar distancia de esta realidad, aplacar la angustia, curar mis profundas heridas, quiero olvidarlo todo, retroceder una década y tomar otro camino, un camino en el que jamás se cruce por mi destino, quiero secar mis lágrimas definitivamente, destilar todo su veneno hasta que no queden rastros. Quiero volver a mí, a mi esencia, a mis prosas, mis poemas, mis canciones, mi guitarra. Volver a unir los fragmentos para poder sentirme íntegra nuevamente.
Quiero definitivamente cerrar la última página del libro y tirarlo a la hoguera para que el fuego consuma hasta el último vestigio.
Entretanto ...solo estoy.
03 marzo 2011
Palabras para un final
Es casi inimaginable como en un instante el mundo se derrumba frente a nuestros ojos, y nada puede evitar el desenlace fatal. Nada puede interponerse frente a la verdad más cruda, más desgarradora, más devastadora de nuestra interioridad.
Como en un segundo nos convertimos en otra persona siendo la misma.
Es como si toda nuestra realidad, nuestra seguridad, nuestra fe, nuestra cordura, se desvaneciera por completo y las palabras, las excusas, las negaciones, distracciones, evasiones, no alcanzaran para paliar el final que se impone ante los hechos concretos.
Entonces nada alcanza, ni el amor que todo lo podía, que todo lo superaba, ese amor indestructible cede paso ante la mentira más cruel.
Y esa misma mentira deja sin efecto al presente, interrumpe por completo al futuro y carcome hasta devorarlo íntegramente al pasado, apropiándose de todos los recuerdos que dejan de ser tales.
Entonces nos convertimos en corazones muertos que inexplicablemente siguen latiendo como autómatas, entonces la sangre se congela aunque la realidad gélida no alcance a detener su torrente.
Y las lágrimas con un caudal inagotable no llegan a desahogar tanta pena. La mirada se ahueca, pierde brillo, se sumerge en la nada misma.
El vacío se hace palpable, no hay caminos de regreso, no hay salida, no hay escape ni consuelo.
Los días, meses, años que habían sido sustentados por algo que nunca existió desaparecen como si nunca hubieran sido.
No hay donde refugiarse, hacia donde correr para encontrarse, no hay espacio que nos contenga, que nos consuele.
Las únicas certezas se sustentan en lo que ya no volverá a ser jamás.
Nada volverá a ser lo que era, ni yo misma.
Nada fue lo que pareció ser.
Todo se resume a mi propio invento, y la mujer que creí ilusamente que era para tus ojos se esfumó. La inspiradora, la especial, la seductora, la única, la hembra sucumbe ante el hecho de ser una más.
Un prototipo de senos abundantes, piel tersa, manos delicadas, labios apetecibles, tonalidades pálidas combinadas con púrpuras delicados.
Todo se vuelve impersonal, apenas un clon de otros clones parecidos que provocan las mismas sensaciones, candores, pasiones, deseos, anhelos, exabruptos.
Todo fue tan nítido, concreto, real, como si indiscretamente hubiera contemplado esa intimidad desde una rendija de mi ventana.
Las palabras, las frases, las intenciones idénticas dieron por tierra con la exclusividad, malograron el milagro y lo convirtieron en irrepetible, mundano, sucio.
Pero pese a todo y más allá de todo hubieron diferencias que solo yo sé, que sólo yo comprendo. Falto mi vuelo, mi profundidad, mi compromiso con los valores, mi entrega, mis principios, mi delicadeza, mi pudor.
Ingenua e infantilmente no podré comprender jamás como pudo resultarte hermosa, seductora, atractiva y deliciosa ella, que mostraba su desnudez a la distancia, en tanto él dormía en una habitación contigua.
Cómo alguien tan desleal, superficial y vana pudo provocarte esa pasión que trascendía la imagen y que te instó a desear vivir el amor después del amor.
Pues a este inexplicable, solo puedo refutar desde lo más profundo de mi ser, que para llegar a esa instancia es imprescindible que exista AMOR, ese amor que yo sentí profunda e infructuosamente por alguien que hoy sé, nunca existió.
08 febrero 2011
Visión de guerra
Vi un monstruo crecer y concretarse como tal; sus ojos sin alma poseían la más fría de las miradas, la más especuladora, la mas horrorosa, colmada de un inmensurable interés material; ambiciosamente desmedida de vilezas humanas.
Su cuerpo deforme carecía de corazón, era siniestramente manejado por un cerebro privado de espiritualidad y engañosamente disfrazado de una inteligencia inexistente.
De sus feroces garras brotaban incontables dedos metálicos, que se desprendían con destinos certeros, y, uno a uno, se multiplicaban automáticamente, destinados a un planeado blanco indicado en un mapa.
¡Cuánto desperdicio de tiempo, de costo, de infructuosa ambición sin sentido el haberlo creado, el alimentarlo!
Para que su último y definitivo alimento sea, incomprensiblemente la sangre de nuestros hermanos, de nuestros semejantes; aquéllos a los que dirige sus dedos misiles hoy, ahora, en este preciso instante.
No nos olvidemos, los que creemos estar a salvo de este lado del mundo, que tan sólo con un sencillo movimiento podríamos pasar a ser un nuevo alimento para él. ¿O para ella?
No lo sé, carece de sexualidad ya que su fin no es procrear, sino destruir.
Tampoco conoce el amor, la ternura, la lealtad, la solidaridad, la amistad, el respeto, la dignidad. Ninguna de estas expresiones están registradas en su programa de creación.
Su sonrisa, cuando vence, es helada, grisácea. Si alguien osara fotografiarlo, al revelar el negativo se encontrará con el más absurdo retrato, un sin fin de escombros ruinosos; alguna que otra llamarada y un polvoriento terreno, abrumadoramente plagado de cruces sin nombres.
Entonces él o ella, como queramos determinarlo en nuestro interior, autografiará la foto firmando GUERRA.
La total e incomprensible contraposición a la Paz, esa que aún nos cuesta tanto entender y propiciar.
No importa por quien, ni por que sea derramada…LA SANGRE SERÁ SIEMPRE SANGRE.
Marioneta
Como a todos, acontecerá ese momento en que se corten los hilos de la marioneta, entonces será definitivamente imposible volver a ponerme de pie, para correr dichosa y esperanzada hacia tu encuentro.
Y mis ojos cegarán implacablemente, negándole toda posibilidad a mis pupilas de reflejar la luz que me irradias cuando estás frente a mi.
Mis manos, languidecidamente dormidas, no reaccionarán cuando las estreches con fuerza y las caricias pasarán a ser un recuerdo imborrable en el pergamino latente de tu piel, en el cause apenas nevado de tus sienes, en los mansos surcos de tus párpados, en el espeso y sedoso caudal de tus cabellos.
No podré volver a sonreírte, a sonrojarme pudorosa e infantilmente, palidecerán las tonalidades rosadas que tanto te subyugan y todo calor fugará inevitablemente de mi ser, por más que te esfuerces en transmitírmelo en el abrazo final.
Si me hablas o me murmuras ya no serán mis oídos quienes reciban tu entrañable voz.
Mi sangre detendrá el torrentoso fluir que acompasan los latidos de mi corazón al saberte incondicionalmente mío.
Mis labios no podrán volver a ser los transmisores de tantas palabras colmadas de amor; estáticamente gélidos, sucumbirán ante la imposibilidad absoluta de volverte a besar.
Toda materia se habrá dormido en el sueño eterno y emprenderá el camino hacia la nada, todo lo que hoy puedes ver y tocar se tornará invisible, estará cumplido su fugaz paso por este camino, más no desesperes, nada es tan sombrío como parece, ni tan definitivo.
Este paso no representa el puerto certero en donde poder anclar y más allá de todo lo palpable, hay algo que no puede llevarse la muerte consigo y es el alma.
Mi espíritu, mi alma seguirá contigo, es allí donde te contengo por toda la eternidad, es allí donde moras, de ella parten todas mis emociones, todos mis sentimientos.
Ella no perecerá, ella lo atesora todo y se mantiene intacta, ella no se separará de ti, y llegará el tiempo en que la materia no represente un impedimento para volver a estar unidos por siempre.
Es por eso que hoy no me niego a las palabras, a las caricias, a la pasión, a todo el tiempo terrenal que podamos compartir, es por ello que tanto me duelen y me superan los tiempos perdidos inevitablemente, porque hoy estamos aun caminando por el mismo camino juntos, y todo lo que vivimos y compartimos está siendo atesorado en el inagotable cofre de los recuerdos, que hará mas llevadero el paso hacia el reencuentro.
Solo te pido que cuando llegue el momento recuerdes esto, que estés atento y podrás percibirme, siempre estaré al alcance de tu corazón hasta que volvamos a unirnos.
Mientras tanto soñemos juntos este breve sueño que representa la vida.
Te propongo
Te propongo que no nos juremos eternidades, pues las eternidades no existen, no nos pertenece el tiempo, por lo que no podemos interponerlo cual testigo de perpetuidad. El tiempo no es mañana, el tiempo es el ya, el ahora, no hay otro tiempo más importante que el que transitamos momento a momento. Te propongo no dar nada por sabido, decir lo que sentimos o pensamos por más que resulte reiterativo. Si cada minuto es distinto al que pasó, cada sentimiento y cada pensamiento no pueden ser idénticos en sí mismos. Te propongo que la sinceridad siempre sea el bastión, el pilar, sustente los cimientos de nuestra comunicación, de nuestro diálogo. Te propongo no dejar de ser amigos, compinches, saber que podemos ser nosotros mismos, aceptarnos por quienes y como somos, y no por quienes queramos que sea el otro. Te propongo no perder la sonrisa, la capacidad de asombro, la alegría. No temer al ridículo entre nosotros, jugarnos a ser payasos si se trata de arrancarle una sonrisa al otro. Te propongo no jurarnos amor eterno, no poner horizontes lejanos. Es preferible sobrevolar el presente a postergar un futuro que ninguno de los dos sabe si llegará. Te propongo elegirnos cada día, si es lo que sentimos, si estamos seguros del "sólo por hoy", que cada despertar en la mañana sea recomenzar esta historia que estamos escribiendo en páginas que nunca creímos que la contendrían.
Te propongo nunca anteponer el orgullo, te propongo conversar cuando algo nos hiera, te propongo despegar de la tristeza, del ostracismo, de la soledad, del desencanto, de la incomprensión. Te propongo no juzgarnos, no invadirnos, no desconfiar de ambos, ni de nosotros mismos. Te propongo decir basta a las discusiones que a nada conducen, cambiar la oscuridad por la luz, el silencio por la música, la angustia por la ilusión del día a día. Te propongo ser humildes, disfrutar del paso a paso, no ahorrar risas ni ternura, te propongo no postergarnos, valorarnos, anteponernos uno al otro, cuidarnos, respetarnos. Te propongo que que en nuestra intimidad, nos entreguemos con locura y con pasión, como si nada más tuviese sentido ni razón de ser, como si cada vez fuese la primera y la última. Te propongo intentar estar mejor, no sólo cuando estemos juntos, sino cuando no lo estemos. Te propongo besarnos y acariciarnos mucho, todo lo que podamos… en tanto que para ambos constituya una necesidad mutua. Te propongo ser los adolescente que llevamos dentro, caminar tomando apretadamente nuestras manos, te propongo tener secretos que nos pertenezcan a ambos, te propongo rejuvenecer en espíritu, prodigarnos todas las sonrisas que nos nazcan genuinamente. Te propongo descansar en abrazos prolongados que contengan nuestras almas, te propongo respetar nuestras individualidades, nuestras diferencias, nuestras necesidades propias. Te propongo ser locos y cuerdos, te propongo escucharnos atentamente, compartir silencios, ser niños y adultos, te propongo divertirnos, te propongo renacer cada amanecer y si alguna vez nos llega el olvido, nos llega el cansancio, nos llega el desamor, te propongo quedarnos con lo mejor de ambos. No guardar rencores, no cegarnos con enojos, no desgarrarnos. Te propongo caminar en lugar de correr, te propongo la aventura de ir saboreando la vida de a sorbitos, te propongo ser tolerantes, graciosos, simpáticos, intensos. Te propongo respetarnos, especialmente en las diferencias. Te propongo en suma ... ser siempre y ante todo, nosotros mismos.
Encuentro
Sólo soy la fragante flor silvestre
que tomaste del desierto desolado,
caminando distraído e indiferente
un invierno como otros, inesperado.
Cuando paso tras paso te llevaron
sin saberlo hacia un camino intransitado,
y abstraído del entorno y de la gente
detuviste tu mirada hacia un costado.
Fue el preciso momento en que un aroma
inundó tu humanidad y, que adentrado,
conjugó con tu interior tal solitario
que dejó de serlo al fin y así aromado,
descubriste que de solo a enamorado
te faltaba la fragancia perdurable
de una flor jamás marchita entre tus labios.
Poesía
Poesía
Poesía es la aventura del alma infinita,
que colmada de emociones jamás claudica.
Bosquejándose airosa con trazos inspirados
consuma con palabras su propio autorretrato.
Y al estar hermanados por la especie,
cuando en otros ojos se refleja,
azorados, conmovidos, renacientes,
comprendemos la más grande moraleja.
Que trasciende por si misma las fronteras;
las creencias; las culturas y las razas,
los colores de las pieles; las banderas;
los idiomas, los dialectos, las distancias.
Que no existe soledad que ella no abrace,
Que no hay pena de la cual no se conduela,
Que no hay cruenta realidad que la rechace,
Ni miserias humanas la encadenan.
Que no hay mágico momento en que no exista,
Ni capullo que en su seno no la albergue,
Ni hay amor, si es que es amor, que ella no vista
De dorados sueños y esperanzas verdes.
Oh Señora, Dama, Reina de las letras,
armoniosa cual si fueras melodía,
subyugando corazones embelezas
y hasta en gotas de rocío te extasías.
Yo te rindo en estos versos mi homenaje,
Que no aspiran a ser más que el alma mía.
Y desde el fondo de mi ser dejo el mensaje
De lo que significas en mi, Tú, Poesía.
El Mar
El mar...el mar...siempre él como una constante y eterna evocación de mis sentidos. Cuando lo contemplo me pierdo en su horizonte a veces multicolor, otras teñido por el rojo sangre de un sol, que se sumerge entre sus entrañas en cada ocaso, pero que aún así no se apaga. En ocasiones plagado de grises que contrastan con nubes cargadas del llanto celestial, otras ... de un color verde esmeralda que te invita a bucear por sus remotas profundidades o de azulados espejos que unen maravillosamente el cielo y la tierra.
En las noches de luna llena, cuando espejado refleja los ondulantes plateados... me invita al éxtasis profundo y aún, en la negrura cerrada e impenetrable, disfruto del sonido de su oleaje y de saberlo misterioso y provocativo.
Me sucede que con su sola cercanía salobra mis labios y mi cabello, casi en forma inmediata, huele a él.
Si me interno en la necesidad que sus ondulantes aguas me acaricien, me siento etérea, fugan de mí todos los dolores y aflicciones, es un momento único e íntimo en el cual toda yo le pertenezco en cuerpo y espíritu. Es en esos instantes en que me sucede algo inexplicable, como si una fuerza invisible, pero poderosa me llamara, me atrajera hacia sus profundidades.
Cuando las tormentas lo crispan, como un gran coloso se revela bravío, impetuoso, arrasando con todo aquello que se interponga en su camino, soportando valientemente los rayos y centellas que el Olimpo, celoso de su majestuosidad, le envía.
El mar me cura el alma… me hace sentir menos mortal y más naturaleza… renueva mis energías… seda mis impulsos…me propone un viaje hacia mi interior al mismo tiempo que comulgo con él… agudiza mis sentidos… mi olfato… mi audición…logra que toda mi atención se concentre en él… me emociona místicamente…me enamora y me subyuga…me acerca a Dios.
EL DESEO (Cuento)
El deseo
El Bosque Encantado era un lugar paradisíaco, del cual se contaban historias y mitos increíbles, mágicos, al que arribaban todos los años miles de turistas.
La Aldea de los Artesanos, ubicada a unos cuarenta kilómetros del bosque, era el sitio elegido por los contingentes para hospedarse, por lo que absolutamente todos sus habitantes, realizaban actividades dedicadas a satisfacer las necesidades de los visitantes, los cuales partían maravillados, no sólo por la belleza natural, sino también por la gastronomía y la hotelería.
Los restaurantes ofrecían comidas típicas e internacionales, las Casas de Té, como solían llamarlas los aldeanos, eran famosas por sus postres caseros.
Dado que el frío imperaba la mayor parte del año, las chocolaterías ostentaban deliciosos productos muy requeridos.
Las hosterías, con su edificación típica de zona de montaña, sus comedores amplios y calefaccionados a leña, sus grandes ventanales, los cuales permitían a los comensales no perder de vista el majestuoso panorama, estaban todo el año habitadas excepto en el mes de noviembre, en donde se cerraba el paso al bosque como medida de protección de su fauna, dado que era el tiempo de procreación de muchas especies.
Se podría decir que todos los habitantes de la aldea se tomaban ese mes de vacaciones.
Como todo sitio turístico de gran demanda, no podían faltar los artesanos, los cuales eran numerosos y de allí el nombre de la aldea.
Ellos tenían su propio espacio para ofrecer sus artesanías de todo tipo, armaban mesones en donde exhibían trabajos bellísimos y originales hechos con sus propias manos.
Sebastián se dedicaba a tallar madera desde muy pequeño, tomaba un trozo de alguna rama caída y comenzaba lentamente a darle forma. Lo extraño en él era que nunca se predeterminaba a realizar una figura, ellas, como si tuvieran vida propia, iban mostrándose de a poco, como si hubieran estado allí esperando que alguien las liberara.
El joven, de unos veinticinco años, con rasgos entre aniñados y varoniles, alto, atlético, de ojos color turquesa y piel algo aceitunada por el sol, era oriundo del lugar.
Hijo único de Juan, uno de los herreros más prestigiosos, que había intentado en vano transmitirle su vocación, pero como Sebastián, además de artesano era músico, cuidaba sus manos del rigor de la herrería, ya que amaba interpretar su guitarra.
Era un virtuoso de ese instrumento, por lo que Juan, ni bien su hijo cumplió los quince años, tiempo doloroso para ambos dado que fue en ese año en que la madre del joven falleció, en honor a ella, que adoraba escucharlo, no volvió a insistirle.
Noviembre era muy esperado por Sebastián, ya que todos los fines de semana de ese mes, tomaba su guitarra, la mochila y la bicicleta que su padre le había hecho, y acampaba en el bosque, siempre en el mismo paraje ubicado a orillas de uno de los recodos del río, justo donde estaban los añosos e imponentes alerces.
Disfrutaba enormemente de los sonidos de la naturaleza, el canto de las aves, el correr del agua cristalina por entre las piedras, gustaba de nadar en la hoya formada por el río.
Esas estadías eran mágicas, renovaban sus energías, lo inspiraban para componer melodías o realizar hermosas figuras talladas, que luego vendería en su puesto.
Desoía los rumores sobre que era peligroso quedarse de noche en el bosque, dadas las historias típicas de esos lugares, las que se referían a seres mitológicos, a ruidos extraños y atemorizantes, en fin, a ese folclore popular que abunda y que va de boca en boca hasta convertirse en leyenda.
Selene conocía y amaba cada rincón del bosque, había pasado toda su existencia en él, le fascinaban sus aromas, la gama de todo tipo de verdes, quería y admiraba a los imponentes árboles que se alzaban como colosos, jugaba con las luciérnagas que iluminaban como estrellas diminutas el paraje, acariciaba a los ciervos y gacelas, se divertía con las ardillas, disfrutaba de cada espacio y de cada animalito que habitaba el lugar.
Siempre se había sentido colmada de felicidad, plena, alegre, sin ambiciones que no fueran vivir allí y ser parte de esa naturaleza, hasta que un mes de noviembre, dos años atrás, realizando uno de sus recorridos nocturnos oyó un sonido que nunca antes había escuchado.
Provenía del lugar de los alerces y dado que era de noche, no podía ser el canto de un ave. Intrigada, curiosa y subyugada por esa melodía, se fue acercando sigilosamente hasta situarse justo detrás del árbol más grande.
Fue en ese instante en que todo su mundo cambió. Observó detenidamente a un joven que acariciaba una madera con cuerdas de donde provenía la música.
El cabello algo largo de él y la oscuridad que imperaba, no le permitía ver sus rasgos con nitidez, hasta que una ráfaga movió las hojas y los rayos plateados de la luna asomaron entre ellas, justo cuando Sebastián alzó su mirada hacia el cielo estrellado.
Selene sintió algo muy fuerte que no podía entender, pero que le producía una emoción hasta entonces desconocida, esos bellos y expresivos ojos color turquesa se convertirían pronto en su devoción.
Él no se percató de su presencia, ella sabía bien como ocultarse, no obstante lo contempló durante las dos noches que pasó acampando, reclinada sobre el árbol palpitó con las canciones, con lo aterciopelado de su voz, se maravilló cuando talló un cervato en un trozo de madera, lo vio nadar en la hoya iluminado a pleno por la luna llena, lo contempló, sereno y plácido, mientras dormía y veló sus sueños.
A partir de esa noche, ese sería el lugar en donde ella esperaría ansiosamente su llegada y así sucedió por cuatro fines de semana, en los cuales Selene se enamoró perdidamente, aún sabiendo que se trataba de un amor imposible, dado que ella era un hada y no una mujer.
Al llegar el quinto, él no regresó... Aunque ella igualmente acudía impaciente, expectante en volverlo a ver.
En tanto transcurrieron las semanas fue descubriendo otra sensación desconocida que le oprimía el alma, por primera vez sentía tristeza y también por primera vez tenía noción del tiempo.
Cuando había perdido la esperanza de volverlo a ver y pasado un año, imprevistamente escuchó las melodías nuevamente, esas que había evocado y hasta cantado, entre los animales del bosque que intentaban en vano consolarla.
Su corazón dio un brinco y no le llevó ni un segundo llegarse hasta el mismo árbol. Sí, era él, era Sebastián nuevamente, era el amor que desbordaba todo su ser. Así transcurrió el mes de noviembre en el que Selene no tuvo ojos más que para él, sabiendo que al terminar pasaría nuevamente un año recordándolo.
Esta vez fue tal su tristeza, que hasta supo lo que eran las lágrimas, entonces, el hada mayor, que desconocía el motivo de su gran cambio ya que ella lo había guardado como un secreto, muy preocupada la convocó para conversar.
Le preguntó que le sucedía, por qué ya no era la misma jovial, risueña y joven hada que disfrutaba del bosque.
Cuando escuchó toda la historia quedó impactada, nunca antes un hada se había enamorado de un humano, era algo impensado, aunque no podía negar que la existencia de ese sentimiento en ella era cierta.
Siempre se ha sabido que estos seres han tenido por misión cumplir los deseos de algunos mortales, era la primera vez que la reina de las hadas iba a tener que cumplir el deseo de otra hada.
Selene fue precisa en lo que deseaba. Ella le pidió que durante las noches de todos los fines de semana, del mes de noviembre del año entrante, la convirtiera en una mujer.
Aún a sabiendas que sería por un tiempo muy limitado, dado que no podía renunciar definitivamente a lo que era, lo único que deseaba era poder ser una mujer ante los ojos de Sebastián.
La reina le pidió que la dejara meditar al respecto, puesto que jamás había sucedido algo igual, pero como el amor es el sentimiento más noble sobre la tierra, accedió.
Fue así que Selene pasó esos meses pensando en cuales serían sus vestimentas, como se vería sin alas y sobre todo, si podría caminar en lugar de volar. Quería verse hermosa ante él.
El hada mayor le advirtió que sólo podría aparecer ante Sebastián cuando durmiera, ella lo despertaría y luego cuando se volviera a dormir, todo lo vivido pasaría a ser un sueño para él.
Los meses pasaron rápidamente y llegó la noche del primer viernes de noviembre.
Ella está radiante y bellísima, él está dormido y llega el momento tan esperado.
Selene va descalza, pisando con cuidado, parece evitar que se rompan sus medias de nylon, esas que por primera y única vez, lucirá en sus contorneadas y bellas piernas, esas que completaron el atuendo de esa mujer en la que se transformó por amor.
El mes pasó mágicamente. Ella volvió a su naturaleza atesorando la tibieza de sus labios en ese primer beso y esa estatuilla de madera que él tallo con su imagen.
Sebastián, en tanto, espera ansioso cada mes de noviembre para volverla a soñar.
Fin
CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA (Canción)
CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA
ME RECORRES, ME DESANDAS,
FIJAS PUERTO A MI TERNURA,
SIEMBRAS VERSOS EN EL ALBA.
CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA
RECUPERAS A ESA NIÑA,
SILENCIOSA, ACONGOJADA,
CASI ADULTA EN LAS VIGILIAS.
CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA
TE ADUEÑAS DE LA MUCHACHA,
LA QUE SIEMPRE VA DESCALZA,
LA QUE ESCRIBE , LA QUE CANTA.
CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA,
CIÑES FUERTE MI CINTURA,
ME EMOCIONAS, ME SOCABAS,
PRENDES FUEGO A MI CORDURA.
CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA
ALZAN VUELO LAS ALONDRAS,
DESVANECES MIS TRISTEZAS
CUANDO CANTAS O ME NOMBRAS.
Y TU ESPIRITU GITANO
SE APODERA DE MI ALMA
QUE HECHIZADA Y TEMBLOROSA,
SE CONSUME APASIONADA,
QUE TE ADORA Y EN TU AUSENCIA,
EN SILENCIO SE DESANGRA.
CONFESION
Te confieso que…
No necesito que seas un príncipe, me basta con que sigas siendo ese caballero andante, que aún sin corcel, recorre lejanas distancias para llegar a mi encuentro.
No necesito que seas un astrónomo prestigioso, me basta con que te detengas a contemplar absorto a las estrellas, disfrutando de su inigualable majestuosidad.
No necesito que domines un gran vocabulario, ni que uses palabras difíciles para impresionarme, me basta con tu lenguaje simple y sincero, emotivo, verdadero, ese que logra rescatarme cada día del silencio.
No necesito que seas un potentado, que ostentes riquezas ni fortunas, me basta con tu inmensa y humilde generosidad, tus manos abiertas, tu predisposición constante de brindarme lo mejor de vos mismo.
No necesito que tu inteligencia brille, ni que tu memoria se destaque en retener datos innecesarios, me basta con que te permitas comprender, razonar sin viles especulaciones, sin estrategias planificadas, sin desconfianzas absurdas. Me basta con que al dirigirte a mí, nunca confundas mi nombre.
No necesito, para valorarte, que poseas títulos o condecoraciones, pues ningún establecimiento educativo te puede otorgar el don de buena persona. Es la universidad de la vida y tu propia esencia, las que te posibilitan serlo.
No necesito que seas un poeta para conmoverme con tus palabras, ellas con la simplicidad que las caracterizan, logran sustraerme paulatinamente de esa gran soledad y tristeza en la que me encontraba inmersa.
No necesito que me firmes un contrato de perpetuidad, ni que me jures amor eterno, me basta con que me integres en tus planes más inmediatos, con que me vislumbres en tus sueños presentes, con que te emociones sin falsos orgullos, con que disfrutes de los pequeños momentos compartidos.
No necesito de tus proezas pasadas, pero sí de tu actual valentía en jugarte por lo que quieres, tampoco necesito que conformes ningún personaje heroico o que me halagues para cautivarme, prefiero la sencillez de tus actos cotidianos, genuinos, la fuerza que te impulsa y me ilusiona, las ganas de construir y conformar una versión mejorada de nosotros mismos y del entorno.
No sé si he sido del todo clara y elocuente, no necesito un hombre indiferente, ni altanero o arrogante, ni galán o millonario, ni erudito o memorioso, ni creído o mentiroso.
Por el contrario, pretendo... un hombre simple y sincero, honesto y aventurero, apasionado y tenaz, que haga de la verdad un camino sin regreso, valiente, emotivo, afectuoso, un hombre justo y leal. Un hombre tal como eres, sin adornos, respetuoso, gentil, cordial, cariñoso, compañero y hasta gracioso, cuando la ocasión lo amerita. Un hombre que no se achica, que pretende superarse y que no teme en entregarse, cual niño frente a una caricia.