P R O L O G O

Quiero contarte que desde siempre me he sentido poeta, como parte de mi filosofía de vida. El mundo de las letras, es un mundo mágico que nos permite desplegar alas invisibles y emprender vuelo. A veces hacia nuestro interior, nuestro pasado o algún lugar remoto que aún no habíamos descubierto, trasponiendo enormes distancias en tan solo segundos. En ocasiones anochece siendo de día, otras, un sol inesperado nos ilumina la noche. La música, como una eterna compañera, eleva a la inspiración y las melodías junto con las palabras acarician el alma. Cuando esto sucede, solo me falta mi amado mar para que sea perfecto, contemplándolo o internándome en él logro una armonía única entre mi humanidad y la naturaleza.
Siento que la mejor mirada es aquella que se pierde en el interior de quien tenemos delante, de tal modo, que hasta olvidamos el color de sus ojos.
Por último quiero decirte que envejecer es una decisión del espíritu, por lo que resulta imprescindible no dejar morir a nuestro niño o niña interior.



11 diciembre 2011

Un mandato en el silencio

¡Oye, escúchame, despierta!, tengo que hablar contigo. Sí, ya sé que conversamos a menudo, a veces en forma de diálogo, otras tantas monólogos extensos, girando y girando cual carrusel… una y otra vez sobre los mismos temas hasta marearte en ellos, sin encontrar salidas o respuestas.
Te pido que me acalles por completo en las noches, para que las palabras enfiladas y afiladas que retumban como ecos interminables, esas que en realidad no parten de mí sino de lo que quieres y no quieres escuchar, no terminen como siempre desvelándote.
Por eso mismo, despierta. Despabílate, madruga aunque este día no trabajes y como primer paso al levantarte, abre de par en par las ventanas y llena tus pulmones con el aire fresco de las mañanas.
Deja atrás a quien sólo transita las madrugadas como vampiro, y que sin darte cuenta se apodera y se nutre con tu energía, dejándote agotada y abatida.
De dónde sacas y afirmas que todo ya está vivido, que no hay un mejor camino que el transitado, que no hay un mejor abrazo esperándote en algún rincón lejano.
De dónde sacas y te convences que estás sola. Jamás podrías estarlo con tanta humanidad allá afuera, esperando amar y ser amados.
Jamás podrías estarlo porque te tienes a ti misma y contigo a tus talentos, tus dones, tus habilidades, esas que siempre te han abierto camino y te han sorprendido.
Es tu propia actitud la que, cual veneno mortal, hace que agonices antes de tiempo. Adelantas la muerte en las horas de tristeza teniendo ante ti aún un presente para saborear y disfrutar.
¡Qué desperdicio! ¿Acaso no te das cuenta que lo único que estás malgastando es tu propia vida?
Sí, tu vida, la única que tienes, la que nadie puede vivir por ti, la que se pasa cual ráfaga fugaz, la que dura apenas un suspiro del universo.
Entonces, a qué viene tanto duelo repetido si el muerto se muere una sola vez.
A qué guardarle el asiento a un espectador que sabes bien no quiere participar en la obra.
Hasta cuándo te pregunto y debes preguntarte. ¿No te han alcanzado aquellas palabras leídas para darte cuenta que ya no es quien conociste antaño? ¿Acaso no sabes que el pasado jamás regresa? ¿Por qué te niegas indolentemente a vivir, a sentir, a explorar otros caminos aunque no conduzcan a ningún sitio?
Siempre haz sostenido que lo importante era el camino y no la meta, porque alcanzada ésta, habría que situar los sueños en otra, seguramente más lejana, que nos volviera a motivar.
Entonces te pregunto, dónde ha quedado esa soñadora, dónde la idealista, dónde la eterna luchadora que renacía de sus propias cenizas, dónde la muchacha ágil e incansable, dónde a quedado tu inagotable fuerza de voluntad, esa que te permitió sobreponerte a tantos obstáculos.
¿Te rendiste?
¿Por qué, por quién? ¿Acaso una sola persona puede provocar que inmoles todas tus esperanzas?
¡No te reconozco, esa no eres tú, esa apenas es una sombra de quien eres en verdad!
Sí, coincido contigo en que el amor es lo más maravilloso del universo, en tanto lo vivas plenamente, en tanto sea compartido y correspondido, en tanto sea de a dos.
A qué vengo con esto si lo sabes perfectamente, porque lo haz vivido.
Pues entonces agradece, entiende que ya no está y acepta que no volverá.
Entonces párate nuevamente sobre tus piernas y comienza a caminar nuevamente con el ímpetu que te caracteriza.
No te permitas sentir pena por ti misma, desecha ese sentimiento que sólo conduce a un dolor infinito e infructuoso.
Da vuelta la página, cierra definitivamente el libro y archívalo en algún lugar remoto al cual no tengas acceso, eso te permitirá recomenzar sin tanto peso sobre tus hombros.
Lo que diste ya está dado, tienes que entender que aún hay mucho más por dar y por recibir. Solo debes salir del ostracismo en que erróneamente te haz refugiado.
Mírate bien, aún tu piel es tersa, tus ojos no han perdido su brillo, solo están tristes, tu rostro sigue siendo armónico y expresivo. Tus manos están prontas para acariciar nuevamente, tus labios añoran volver a besar. Tu deseo se encuentra anidado en el ansia de volver a florecer.
¿Entonces qué esperas?
El reloj está corriendo a toda prisa y no se va a detener, esperando que decidas despertar de ese letargo que ha durado ya demasiado y que no tiene sentido de ser.
Vuelve a cantar diariamente, vuelve a tu guitarra que es quien más te conoce, vuelve a esos escritos románticos, intensos y seductores.
Vuelve a reír, a jugar cual niña, esa que juraste no dejar morir nunca y que lleva años envejecida, porque le haz dado más trascendencia a otra vida que a la tuya misma.
Entiende que no es justo, que ya es hora, que no puedes permitirte perder más tiempo, que ya fue suficiente.
Sal al mundo, afuera existen almas como la tuya esperando encontrarte y que las encuentres, disfruta el durante todo lo que puedas.
Porque al fin y al cabo, llegamos solos y nos vamos solos de esta vida, aunque al nacer quizás dos manos te reciban y aunque al partir, si tienes suerte, una mano te despida.