Anclada en una historia, que tarde comprendo nunca existió, concluyo en la impostergable necesidad de levar mis anclas de un puerto imaginado y efímero. Con la certeza de que no existen rumbos avizorados, con la agobiante incógnita sobre si los habrá algún remoto día en que pueda quizás, despertar entre los brazos de un ser amado.
El aire, entre tanto, se niega a llenar plenamente mis pulmones, la opresión continúa ejerciendo su implacable fuerza; los pasos siguen sin poder dirigirse a ningún sitio preciso, la sensación aún continúa siendo la misma, no estoy a salvo de las sombras que se yerguen avasalladoras frente a todo lo que ocasionalmente me rodea.
La ciudad no es la misma ciudad y los paseos dejaron de ser frente a la imposibilidad de plantear un recorrido que no me sustraiga hacia el pasado.
La mañana plomiza tiñe de gris mi angustia, la calle está desierta y una garúa insistente que amenaza en convertirse en tormenta golpea de refilón a mi ventana.
Un domingo más o un domingo menos en mi vida, que más da. Iniciado como otros tantos, sin alegría, sin deseos, sin planes ni proyectos, sin sonrisa, sin ilusión. Con esta congoja que se ha arraigado en mi alma, con la desazón que no cede. Y me pregunto cuándo terminará este dolor que lo ocupa todo y que no me deja espacio para resguardarme. Lo quiero definitivamente fuera de mi historia, de mi vida pasada, presente y futura.
Quiero despegar de tanta mentira, de tanta traición, de tanto descaro, de ese constante no hacerse cargo, minimizando y queriendo justificar lo injustificable. Quiero recuperar mi luz interior totalmente liberada de las sombras de su hipócrita existencia.
Quiero trepanar todos y cada uno de los recuerdos, exiliarlos de mi mente, quiero desdibujar, hasta que desaparezcan por completo, rasgos, miradas, palabras, nombres.
Quiero tomar distancia de esta realidad, aplacar la angustia, curar mis profundas heridas, quiero olvidarlo todo, retroceder una década y tomar otro camino, un camino en el que jamás se cruce por mi destino, quiero secar mis lágrimas definitivamente, destilar todo su veneno hasta que no queden rastros. Quiero volver a mí, a mi esencia, a mis prosas, mis poemas, mis canciones, mi guitarra. Volver a unir los fragmentos para poder sentirme íntegra nuevamente.
Quiero definitivamente cerrar la última página del libro y tirarlo a la hoguera para que el fuego consuma hasta el último vestigio.
Entretanto ...solo estoy.
03 abril 2011
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