P R O L O G O

Quiero contarte que desde siempre me he sentido poeta, como parte de mi filosofía de vida. El mundo de las letras, es un mundo mágico que nos permite desplegar alas invisibles y emprender vuelo. A veces hacia nuestro interior, nuestro pasado o algún lugar remoto que aún no habíamos descubierto, trasponiendo enormes distancias en tan solo segundos. En ocasiones anochece siendo de día, otras, un sol inesperado nos ilumina la noche. La música, como una eterna compañera, eleva a la inspiración y las melodías junto con las palabras acarician el alma. Cuando esto sucede, solo me falta mi amado mar para que sea perfecto, contemplándolo o internándome en él logro una armonía única entre mi humanidad y la naturaleza.
Siento que la mejor mirada es aquella que se pierde en el interior de quien tenemos delante, de tal modo, que hasta olvidamos el color de sus ojos.
Por último quiero decirte que envejecer es una decisión del espíritu, por lo que resulta imprescindible no dejar morir a nuestro niño o niña interior.



08 febrero 2011

Visión de guerra

Vi un monstruo crecer y concretarse como tal; sus ojos sin alma poseían la más fría de las miradas, la más especuladora, la mas horrorosa, colmada de un inmensurable interés material; ambiciosamente desmedida de vilezas humanas.

Su cuerpo deforme carecía de corazón, era siniestramente manejado por un cerebro privado de espiritualidad y engañosamente disfrazado de una inteligencia inexistente.

De sus feroces garras brotaban incontables dedos metálicos, que se desprendían con destinos certeros, y, uno a uno, se multiplicaban automáticamente, destinados a un planeado blanco indicado en un mapa.

¡Cuánto desperdicio de tiempo, de costo, de infructuosa ambición sin sentido el haberlo creado, el alimentarlo!

Para que su último y definitivo alimento sea, incomprensiblemente la sangre de nuestros hermanos, de nuestros semejantes; aquéllos a los que dirige sus dedos misiles hoy, ahora, en este preciso instante.

No nos olvidemos, los que creemos estar a salvo de este lado del mundo, que tan sólo con un sencillo movimiento podríamos pasar a ser un nuevo alimento para él. ¿O para ella?

No lo sé, carece de sexualidad ya que su fin no es procrear, sino destruir.

Tampoco conoce el amor, la ternura, la lealtad, la solidaridad, la amistad, el respeto, la dignidad. Ninguna de estas expresiones están registradas en su programa de creación.

Su sonrisa, cuando vence, es helada, grisácea. Si alguien osara fotografiarlo, al revelar el negativo se encontrará con el más absurdo retrato, un sin fin de escombros ruinosos; alguna que otra llamarada y un polvoriento terreno, abrumadoramente plagado de cruces sin nombres.

Entonces él o ella, como queramos determinarlo en nuestro interior, autografiará la foto firmando GUERRA.

La total e incomprensible contraposición a la Paz, esa que aún nos cuesta tanto entender y propiciar.

No importa por quien, ni por que sea derramada…LA SANGRE SERÁ SIEMPRE SANGRE.

Marioneta



Como a todos, acontecerá ese momento en que se corten los hilos de la marioneta, entonces será definitivamente imposible volver a ponerme de pie, para correr dichosa y esperanzada hacia tu encuentro.

Y mis ojos cegarán implacablemente, negándole toda posibilidad a mis pupilas de reflejar la luz que me irradias cuando estás frente a mi.

Mis manos, languidecidamente dormidas, no reaccionarán cuando las estreches con fuerza y las caricias pasarán a ser un recuerdo imborrable en el pergamino latente de tu piel, en el cause apenas nevado de tus sienes, en los mansos surcos de tus párpados, en el espeso y sedoso caudal de tus cabellos.

No podré volver a sonreírte, a sonrojarme pudorosa e infantilmente, palidecerán las tonalidades rosadas que tanto te subyugan y todo calor fugará inevitablemente de mi ser, por más que te esfuerces en transmitírmelo en el abrazo final.

Si me hablas o me murmuras ya no serán mis oídos quienes reciban tu entrañable voz.

Mi sangre detendrá el torrentoso fluir que acompasan los latidos de mi corazón al saberte incondicionalmente mío.

Mis labios no podrán volver a ser los transmisores de tantas palabras colmadas de amor; estáticamente gélidos, sucumbirán ante la imposibilidad absoluta de volverte a besar.

Toda materia se habrá dormido en el sueño eterno y emprenderá el camino hacia la nada, todo lo que hoy puedes ver y tocar se tornará invisible, estará cumplido su fugaz paso por este camino, más no desesperes, nada es tan sombrío como parece, ni tan definitivo.

Este paso no representa el puerto certero en donde poder anclar y más allá de todo lo palpable, hay algo que no puede llevarse la muerte consigo y es el alma.

Mi espíritu, mi alma seguirá contigo, es allí donde te contengo por toda la eternidad, es allí donde moras, de ella parten todas mis emociones, todos mis sentimientos.

Ella no perecerá, ella lo atesora todo y se mantiene intacta, ella no se separará de ti, y llegará el tiempo en que la materia no represente un impedimento para volver a estar unidos por siempre.

Es por eso que hoy no me niego a las palabras, a las caricias, a la pasión, a todo el tiempo terrenal que podamos compartir, es por ello que tanto me duelen y me superan los tiempos perdidos inevitablemente, porque hoy estamos aun caminando por el mismo camino juntos, y todo lo que vivimos y compartimos está siendo atesorado en el inagotable cofre de los recuerdos, que hará mas llevadero el paso hacia el reencuentro.

Solo te pido que cuando llegue el momento recuerdes esto, que estés atento y podrás percibirme, siempre estaré al alcance de tu corazón hasta que volvamos a unirnos.

Mientras tanto soñemos juntos este breve sueño que representa la vida.

Te propongo

Te propongo que no nos juremos eternidades, pues las eternidades no existen, no nos pertenece el tiempo, por lo que no podemos interponerlo cual testigo de perpetuidad. El tiempo no es mañana, el tiempo es el ya, el ahora, no hay otro tiempo más importante que el que transitamos momento a momento. Te propongo no dar nada por sabido, decir lo que sentimos o pensamos por más que resulte reiterativo. Si cada minuto es distinto al que pasó, cada sentimiento y cada pensamiento no pueden ser idénticos en sí mismos. Te propongo que la sinceridad siempre sea el bastión, el pilar, sustente los cimientos de nuestra comunicación, de nuestro diálogo. Te propongo no dejar de ser amigos, compinches, saber que podemos ser nosotros mismos, aceptarnos por quienes y como somos, y no por quienes queramos que sea el otro. Te propongo no perder la sonrisa, la capacidad de asombro, la alegría. No temer al ridículo entre nosotros, jugarnos a ser payasos si se trata de arrancarle una sonrisa al otro. Te propongo no jurarnos amor eterno, no poner horizontes lejanos. Es preferible sobrevolar el presente a postergar un futuro que ninguno de los dos sabe si llegará. Te propongo elegirnos cada día, si es lo que sentimos, si estamos seguros del "sólo por hoy", que cada despertar en la mañana sea recomenzar esta historia que estamos escribiendo en páginas que nunca creímos que la contendrían.

Te propongo nunca anteponer el orgullo, te propongo conversar cuando algo nos hiera, te propongo despegar de la tristeza, del ostracismo, de la soledad, del desencanto, de la incomprensión. Te propongo no juzgarnos, no invadirnos, no desconfiar de ambos, ni de nosotros mismos. Te propongo decir basta a las discusiones que a nada conducen, cambiar la oscuridad por la luz, el silencio por la música, la angustia por la ilusión del día a día. Te propongo ser humildes, disfrutar del paso a paso, no ahorrar risas ni ternura, te propongo no postergarnos, valorarnos, anteponernos uno al otro, cuidarnos, respetarnos. Te propongo que que en nuestra intimidad, nos entreguemos con locura y con pasión, como si nada más tuviese sentido ni razón de ser, como si cada vez fuese la primera y la última. Te propongo intentar estar mejor, no sólo cuando estemos juntos, sino cuando no lo estemos. Te propongo besarnos y acariciarnos mucho, todo lo que podamos… en tanto que para ambos constituya una necesidad mutua. Te propongo ser los adolescente que llevamos dentro, caminar tomando apretadamente nuestras manos, te propongo tener secretos que nos pertenezcan a ambos, te propongo rejuvenecer en espíritu, prodigarnos todas las sonrisas que nos nazcan genuinamente. Te propongo descansar en abrazos prolongados que contengan nuestras almas, te propongo respetar nuestras individualidades, nuestras diferencias, nuestras necesidades propias. Te propongo ser locos y cuerdos, te propongo escucharnos atentamente, compartir silencios, ser niños y adultos, te propongo divertirnos, te propongo renacer cada amanecer y si alguna vez nos llega el olvido, nos llega el cansancio, nos llega el desamor, te propongo quedarnos con lo mejor de ambos. No guardar rencores, no cegarnos con enojos, no desgarrarnos. Te propongo caminar en lugar de correr, te propongo la aventura de ir saboreando la vida de a sorbitos, te propongo ser tolerantes, graciosos, simpáticos, intensos. Te propongo respetarnos, especialmente en las diferencias. Te propongo en suma ... ser siempre y ante todo, nosotros mismos.

Encuentro


Sólo soy la fragante flor silvestre

que tomaste del desierto desolado,

caminando distraído e indiferente

un invierno como otros, inesperado.

Cuando paso tras paso te llevaron

sin saberlo hacia un camino intransitado,

y abstraído del entorno y de la gente

detuviste tu mirada hacia un costado.

Fue el preciso momento en que un aroma

inundó tu humanidad y, que adentrado,

conjugó con tu interior tal solitario

que dejó de serlo al fin y así aromado,

descubriste que de solo a enamorado

te faltaba la fragancia perdurable

de una flor jamás marchita entre tus labios.

Poesía

Poesía

Poesía es la aventura del alma infinita,
que colmada de emociones jamás claudica.
Bosquejándose airosa con trazos inspirados
consuma con palabras su propio autorretrato.
Y al estar hermanados por la especie,
cuando en otros ojos se refleja,
azorados, conmovidos, renacientes,
comprendemos la más grande moraleja.
Que trasciende por si misma las fronteras;
las creencias; las culturas y las razas,
los colores de las pieles; las banderas;
los idiomas, los dialectos, las distancias.
Que no existe soledad que ella no abrace,
Que no hay pena de la cual no se conduela,
Que no hay cruenta realidad que la rechace,
Ni miserias humanas la encadenan.
Que no hay mágico momento en que no exista,
Ni capullo que en su seno no la albergue,
Ni hay amor, si es que es amor, que ella no vista
De dorados sueños y esperanzas verdes.
Oh Señora, Dama, Reina de las letras,
armoniosa cual si fueras melodía,
subyugando corazones embelezas
y hasta en gotas de rocío te extasías.
Yo te rindo en estos versos mi homenaje,
Que no aspiran a ser más que el alma mía.
Y desde el fondo de mi ser dejo el mensaje
De lo que significas en mi, Tú, Poesía.

El Mar


El mar...el mar...siempre él como una constante y eterna evocación de mis sentidos. Cuando lo contemplo me pierdo en su horizonte a veces multicolor, otras teñido por el rojo sangre de un sol, que se sumerge entre sus entrañas en cada ocaso, pero que aún así no se apaga. En ocasiones plagado de grises que contrastan con nubes cargadas del llanto celestial, otras ... de un color verde esmeralda que te invita a bucear por sus remotas profundidades o de azulados espejos que unen maravillosamente el cielo y la tierra.
En las noches de luna llena, cuando espejado refleja los ondulantes plateados... me invita al éxtasis profundo y aún, en la negrura cerrada e impenetrable, disfruto del sonido de su oleaje y de saberlo misterioso y provocativo.

Me sucede que con su sola cercanía salobra mis labios y mi cabello, casi en forma inmediata, huele a él.

Si me interno en la necesidad que sus ondulantes aguas me acaricien, me siento etérea, fugan de mí todos los dolores y aflicciones, es un momento único e íntimo en el cual toda yo le pertenezco en cuerpo y espíritu. Es en esos instantes en que me sucede algo inexplicable, como si una fuerza invisible, pero poderosa me llamara, me atrajera hacia sus profundidades.
Cuando las tormentas lo crispan, como un gran coloso se revela bravío, impetuoso, arrasando con todo aquello que se interponga en su camino, soportando valientemente los rayos y centellas que el Olimpo, celoso de su majestuosidad, le envía.

El mar me cura el alma… me hace sentir menos mortal y más naturaleza… renueva mis energías… seda mis impulsos…me propone un viaje hacia mi interior al mismo tiempo que comulgo con él… agudiza mis sentidos… mi olfato… mi audición…logra que toda mi atención se concentre en él… me emociona místicamente…me enamora y me subyuga…me acerca a Dios.

EL DESEO (Cuento)

El deseo


El Bosque Encantado era un lugar paradisíaco, del cual se contaban historias y mitos increíbles, mágicos, al que arribaban todos los años miles de turistas.

La Aldea de los Artesanos, ubicada a unos cuarenta kilómetros del bosque, era el sitio elegido por los contingentes para hospedarse, por lo que absolutamente todos sus habitantes, realizaban actividades dedicadas a satisfacer las necesidades de los visitantes, los cuales partían maravillados, no sólo por la belleza natural, sino también por la gastronomía y la hotelería.

Los restaurantes ofrecían comidas típicas e internacionales, las Casas de Té, como solían llamarlas los aldeanos, eran famosas por sus postres caseros.

Dado que el frío imperaba la mayor parte del año, las chocolaterías ostentaban deliciosos productos muy requeridos.

Las hosterías, con su edificación típica de zona de montaña, sus comedores amplios y calefaccionados a leña, sus grandes ventanales, los cuales permitían a los comensales no perder de vista el majestuoso panorama, estaban todo el año habitadas excepto en el mes de noviembre, en donde se cerraba el paso al bosque como medida de protección de su fauna, dado que era el tiempo de procreación de muchas especies.

Se podría decir que todos los habitantes de la aldea se tomaban ese mes de vacaciones.

Como todo sitio turístico de gran demanda, no podían faltar los artesanos, los cuales eran numerosos y de allí el nombre de la aldea.

Ellos tenían su propio espacio para ofrecer sus artesanías de todo tipo, armaban mesones en donde exhibían trabajos bellísimos y originales hechos con sus propias manos.

Sebastián se dedicaba a tallar madera desde muy pequeño, tomaba un trozo de alguna rama caída y comenzaba lentamente a darle forma. Lo extraño en él era que nunca se predeterminaba a realizar una figura, ellas, como si tuvieran vida propia, iban mostrándose de a poco, como si hubieran estado allí esperando que alguien las liberara.

El joven, de unos veinticinco años, con rasgos entre aniñados y varoniles, alto, atlético, de ojos color turquesa y piel algo aceitunada por el sol, era oriundo del lugar.

Hijo único de Juan, uno de los herreros más prestigiosos, que había intentado en vano transmitirle su vocación, pero como Sebastián, además de artesano era músico, cuidaba sus manos del rigor de la herrería, ya que amaba interpretar su guitarra.

Era un virtuoso de ese instrumento, por lo que Juan, ni bien su hijo cumplió los quince años, tiempo doloroso para ambos dado que fue en ese año en que la madre del joven falleció, en honor a ella, que adoraba escucharlo, no volvió a insistirle.

Noviembre era muy esperado por Sebastián, ya que todos los fines de semana de ese mes, tomaba su guitarra, la mochila y la bicicleta que su padre le había hecho, y acampaba en el bosque, siempre en el mismo paraje ubicado a orillas de uno de los recodos del río, justo donde estaban los añosos e imponentes alerces.

Disfrutaba enormemente de los sonidos de la naturaleza, el canto de las aves, el correr del agua cristalina por entre las piedras, gustaba de nadar en la hoya formada por el río.

Esas estadías eran mágicas, renovaban sus energías, lo inspiraban para componer melodías o realizar hermosas figuras talladas, que luego vendería en su puesto.

Desoía los rumores sobre que era peligroso quedarse de noche en el bosque, dadas las historias típicas de esos lugares, las que se referían a seres mitológicos, a ruidos extraños y atemorizantes, en fin, a ese folclore popular que abunda y que va de boca en boca hasta convertirse en leyenda.

Selene conocía y amaba cada rincón del bosque, había pasado toda su existencia en él, le fascinaban sus aromas, la gama de todo tipo de verdes, quería y admiraba a los imponentes árboles que se alzaban como colosos, jugaba con las luciérnagas que iluminaban como estrellas diminutas el paraje, acariciaba a los ciervos y gacelas, se divertía con las ardillas, disfrutaba de cada espacio y de cada animalito que habitaba el lugar.

Siempre se había sentido colmada de felicidad, plena, alegre, sin ambiciones que no fueran vivir allí y ser parte de esa naturaleza, hasta que un mes de noviembre, dos años atrás, realizando uno de sus recorridos nocturnos oyó un sonido que nunca antes había escuchado.

Provenía del lugar de los alerces y dado que era de noche, no podía ser el canto de un ave. Intrigada, curiosa y subyugada por esa melodía, se fue acercando sigilosamente hasta situarse justo detrás del árbol más grande.

Fue en ese instante en que todo su mundo cambió. Observó detenidamente a un joven que acariciaba una madera con cuerdas de donde provenía la música.

El cabello algo largo de él y la oscuridad que imperaba, no le permitía ver sus rasgos con nitidez, hasta que una ráfaga movió las hojas y los rayos plateados de la luna asomaron entre ellas, justo cuando Sebastián alzó su mirada hacia el cielo estrellado.

Selene sintió algo muy fuerte que no podía entender, pero que le producía una emoción hasta entonces desconocida, esos bellos y expresivos ojos color turquesa se convertirían pronto en su devoción.

Él no se percató de su presencia, ella sabía bien como ocultarse, no obstante lo contempló durante las dos noches que pasó acampando, reclinada sobre el árbol palpitó con las canciones, con lo aterciopelado de su voz, se maravilló cuando talló un cervato en un trozo de madera, lo vio nadar en la hoya iluminado a pleno por la luna llena, lo contempló, sereno y plácido, mientras dormía y veló sus sueños.

A partir de esa noche, ese sería el lugar en donde ella esperaría ansiosamente su llegada y así sucedió por cuatro fines de semana, en los cuales Selene se enamoró perdidamente, aún sabiendo que se trataba de un amor imposible, dado que ella era un hada y no una mujer.

Al llegar el quinto, él no regresó... Aunque ella igualmente acudía impaciente, expectante en volverlo a ver.

En tanto transcurrieron las semanas fue descubriendo otra sensación desconocida que le oprimía el alma, por primera vez sentía tristeza y también por primera vez tenía noción del tiempo.

Cuando había perdido la esperanza de volverlo a ver y pasado un año, imprevistamente escuchó las melodías nuevamente, esas que había evocado y hasta cantado, entre los animales del bosque que intentaban en vano consolarla.

Su corazón dio un brinco y no le llevó ni un segundo llegarse hasta el mismo árbol. Sí, era él, era Sebastián nuevamente, era el amor que desbordaba todo su ser. Así transcurrió el mes de noviembre en el que Selene no tuvo ojos más que para él, sabiendo que al terminar pasaría nuevamente un año recordándolo.

Esta vez fue tal su tristeza, que hasta supo lo que eran las lágrimas, entonces, el hada mayor, que desconocía el motivo de su gran cambio ya que ella lo había guardado como un secreto, muy preocupada la convocó para conversar.

Le preguntó que le sucedía, por qué ya no era la misma jovial, risueña y joven hada que disfrutaba del bosque.

Cuando escuchó toda la historia quedó impactada, nunca antes un hada se había enamorado de un humano, era algo impensado, aunque no podía negar que la existencia de ese sentimiento en ella era cierta.

Siempre se ha sabido que estos seres han tenido por misión cumplir los deseos de algunos mortales, era la primera vez que la reina de las hadas iba a tener que cumplir el deseo de otra hada.

Selene fue precisa en lo que deseaba. Ella le pidió que durante las noches de todos los fines de semana, del mes de noviembre del año entrante, la convirtiera en una mujer.

Aún a sabiendas que sería por un tiempo muy limitado, dado que no podía renunciar definitivamente a lo que era, lo único que deseaba era poder ser una mujer ante los ojos de Sebastián.

La reina le pidió que la dejara meditar al respecto, puesto que jamás había sucedido algo igual, pero como el amor es el sentimiento más noble sobre la tierra, accedió.

Fue así que Selene pasó esos meses pensando en cuales serían sus vestimentas, como se vería sin alas y sobre todo, si podría caminar en lugar de volar. Quería verse hermosa ante él.

El hada mayor le advirtió que sólo podría aparecer ante Sebastián cuando durmiera, ella lo despertaría y luego cuando se volviera a dormir, todo lo vivido pasaría a ser un sueño para él.

Los meses pasaron rápidamente y llegó la noche del primer viernes de noviembre.

Ella está radiante y bellísima, él está dormido y llega el momento tan esperado.

Selene va descalza, pisando con cuidado, parece evitar que se rompan sus medias de nylon, esas que por primera y única vez, lucirá en sus contorneadas y bellas piernas, esas que completaron el atuendo de esa mujer en la que se transformó por amor.

El mes pasó mágicamente. Ella volvió a su naturaleza atesorando la tibieza de sus labios en ese primer beso y esa estatuilla de madera que él tallo con su imagen.

Sebastián, en tanto, espera ansioso cada mes de noviembre para volverla a soñar.

Fin

CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA (Canción)


CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA

ME RECORRES, ME DESANDAS,

FIJAS PUERTO A MI TERNURA,

SIEMBRAS VERSOS EN EL ALBA.

CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA

RECUPERAS A ESA NIÑA,

SILENCIOSA, ACONGOJADA,

CASI ADULTA EN LAS VIGILIAS.

CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA

TE ADUEÑAS DE LA MUCHACHA,

LA QUE SIEMPRE VA DESCALZA,

LA QUE ESCRIBE , LA QUE CANTA.

CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA,

CIÑES FUERTE MI CINTURA,

ME EMOCIONAS, ME SOCABAS,

PRENDES FUEGO A MI CORDURA.

CUANDO ABRAZAS MI GUITARRA

ALZAN VUELO LAS ALONDRAS,

DESVANECES MIS TRISTEZAS

CUANDO CANTAS O ME NOMBRAS.

Y TU ESPIRITU GITANO

SE APODERA DE MI ALMA

QUE HECHIZADA Y TEMBLOROSA,

SE CONSUME APASIONADA,

QUE TE ADORA Y EN TU AUSENCIA,

EN SILENCIO SE DESANGRA.

CONFESION



Te confieso que…

No necesito que seas un príncipe, me basta con que sigas siendo ese caballero andante, que aún sin corcel, recorre lejanas distancias para llegar a mi encuentro.

No necesito que seas un astrónomo prestigioso, me basta con que te detengas a contemplar absorto a las estrellas, disfrutando de su inigualable majestuosidad.

No necesito que domines un gran vocabulario, ni que uses palabras difíciles para impresionarme, me basta con tu lenguaje simple y sincero, emotivo, verdadero, ese que logra rescatarme cada día del silencio.

No necesito que seas un potentado, que ostentes riquezas ni fortunas, me basta con tu inmensa y humilde generosidad, tus manos abiertas, tu predisposición constante de brindarme lo mejor de vos mismo.

No necesito que tu inteligencia brille, ni que tu memoria se destaque en retener datos innecesarios, me basta con que te permitas comprender, razonar sin viles especulaciones, sin estrategias planificadas, sin desconfianzas absurdas. Me basta con que al dirigirte a mí, nunca confundas mi nombre.

No necesito, para valorarte, que poseas títulos o condecoraciones, pues ningún establecimiento educativo te puede otorgar el don de buena persona. Es la universidad de la vida y tu propia esencia, las que te posibilitan serlo.

No necesito que seas un poeta para conmoverme con tus palabras, ellas con la simplicidad que las caracterizan, logran sustraerme paulatinamente de esa gran soledad y tristeza en la que me encontraba inmersa.

No necesito que me firmes un contrato de perpetuidad, ni que me jures amor eterno, me basta con que me integres en tus planes más inmediatos, con que me vislumbres en tus sueños presentes, con que te emociones sin falsos orgullos, con que disfrutes de los pequeños momentos compartidos.

No necesito de tus proezas pasadas, pero sí de tu actual valentía en jugarte por lo que quieres, tampoco necesito que conformes ningún personaje heroico o que me halagues para cautivarme, prefiero la sencillez de tus actos cotidianos, genuinos, la fuerza que te impulsa y me ilusiona, las ganas de construir y conformar una versión mejorada de nosotros mismos y del entorno.

No sé si he sido del todo clara y elocuente, no necesito un hombre indiferente, ni altanero o arrogante, ni galán o millonario, ni erudito o memorioso, ni creído o mentiroso.

Por el contrario, pretendo... un hombre simple y sincero, honesto y aventurero, apasionado y tenaz, que haga de la verdad un camino sin regreso, valiente, emotivo, afectuoso, un hombre justo y leal. Un hombre tal como eres, sin adornos, respetuoso, gentil, cordial, cariñoso, compañero y hasta gracioso, cuando la ocasión lo amerita. Un hombre que no se achica, que pretende superarse y que no teme en entregarse, cual niño frente a una caricia.