Hoy me siento prisionera de un presente solitario, cautiva de esta nostalgia que me invade porque sí.
Cual prófuga, huyo presurosa a resguardarme del silencio, anclando mi recuerdo en aquel tiempo inmemorial. Evocación de un pasado, colmado de mágicas tardes musicalizadas con risas cantarinas, de canciones infantiles, de meriendas que aromaban el entorno, de sillas ocupadas diariamente alrededor de la mesa familiar, la misma que ahora contemplo vacía de sus presencias.
Reminiscencia de noches arropadas, de cuentos murmurados a orilla de sus camas, de alguna que otra línea de fiebre que ameritaba triplicar los mimos para aliviar sus nanas, de juguetes desparramados por la casa.
Entre lágrimas y sonrisas repaso las escenas una a una y mi memoria de madre, recorre cada recoveco en la búsqueda ambiciosa de recuperar, al menos unos instantes, a esos niños que hoy son hombres.
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