19 febrero 2012
Alquimista
La flor florece y se marchita,
Nace otra flor, pero no es la misma,
Aunque su aroma te la recuerde
Si observas bien… ésta es distinta.
Nada es eterno, todo termina,
Así te opongas o te resistas,
De esta ilusión que llamamos vida.
No somos dueños, sino alquimistas
Dura un instante… no te confundas,
Aunque tus penas sean profundas,
Constante el mar allana las arenas,
Borra los rastros, tapa las huellas.
Y vuelven a verse como siempre
Ignotas, plácidas en su llanura
Expectantes a que otros pasos
las recorran, las descubran.
Para volver a borrarlos
Cual propósito divino.
Y que pasen los que siguen
Dejando su propio camino.
Cual suspiro del universo
llega el implacable día.
Que desde un remoto principio
sabías que llegaría,
Pese a creerte ajeno,
enfrentas sin aviso tu partida
Te das cuenta del final, sin excusas,
sin mentiras y sin valijas.
Así es, lo sé y lo sabes,
pues definitivamente entiende
Que perdemos indolentes
lo más maravilloso y breve.
El tiempo que tenemos asignado,
misterio jamás revelado.
Entonces qué te detiene,
vívelo plenamente, disfrútalo, crece.
No te ates, ni rindas culto
de las cosas materiales,
Te aseguro que ellas nunca
compondrán el equipaje.
En ese paso sólo estarás tú,
es decir tu alma,
Ni tu cuerpo, ni tu pinta,
tu dinero o tu ropaje.
Si te llevarás el amor,
el que te dieron y el que entregaste.
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