16 mayo 2012
Me pregunto...
Te has preguntado alguna vez y contestado francamente,
Sin excusas, ni evasiones, sin orgullo y sin rencores,
qué sucedería contigo si algún amanecido día
descubrieras que no estoy, que he partido de tu vida.
Dónde fugaría el brillo y la intensidad de tu mirada
si no te pudieras reflejar nunca más en mí.
Si mi cuerpo y si mi alma ya no fueran tu morada.
¿Qué horizonte más yermo tus manos vislumbrarían,
sin el mapa de mi piel, sin mis aromas, sin mi sonrisa?.
Qué estériles y vanos tus más ardientes deseos,
sin mi pasión que potencia toditos nuestros anhelos.
Qué seca y rígida tu boca sin los besos en la entrega.
Qué lento ritmo el corazón si el frenesí no lo doblega.
Qué lánguido el devenir de todas esas horas muertas.
En donde nos quedamos solos, en donde se cierran las puertas.
En donde otros lejanos forjan, ansiosos sus propias metas.
Y la cama se nos ensancha, y el alma se nos estrecha,
y la mente se nos dispara y las manos se nos ahuecan.
Y ante la ausencia de sueños el espíritu se nos revela,
se niega a ser sólo testigo de las alegrías ajenas,
o visitante fortuito de quienes comparten la escena.
Si el fin hubiera llegado haciendo imposible el regreso,
si hubiera un punto final, si atrás quedaran los versos,
las ilusiones, las risas e incluso los desacuerdos.
Si no hubiera por delante más que un camino incierto.
Incierto de esa certeza que da el amor verdadero.
Camino sin contenido, sin retorno y sin puertos.
A la deriva y sombrío, carente de sentimientos,
de esa magia que florece incluso a pesar del tiempo.
Mira, te lo pregunto, sin vueltas y terminando,
qué sería de tu vida sin este amor desbordando.
Te sentirías pleno o te faltaría algo,
irreemplazable y cierto, inexplicable y vasto.
Y si te lo estoy preguntando
no es porque presuma de nada.
Las mismas preguntas me hice
anoche muy desvelada.
Y así surgieron los versos
de mi alma hacia tu alma.
Como una conclusión cierta,
como una verdad plasmada.
Cuando el amor es AMOR…
Ya nada lo desarraiga.
<
19 febrero 2012
Alquimista
La flor florece y se marchita,
Nace otra flor, pero no es la misma,
Aunque su aroma te la recuerde
Si observas bien… ésta es distinta.
Nada es eterno, todo termina,
Así te opongas o te resistas,
De esta ilusión que llamamos vida.
No somos dueños, sino alquimistas
Dura un instante… no te confundas,
Aunque tus penas sean profundas,
Constante el mar allana las arenas,
Borra los rastros, tapa las huellas.
Y vuelven a verse como siempre
Ignotas, plácidas en su llanura
Expectantes a que otros pasos
las recorran, las descubran.
Para volver a borrarlos
Cual propósito divino.
Y que pasen los que siguen
Dejando su propio camino.
Cual suspiro del universo
llega el implacable día.
Que desde un remoto principio
sabías que llegaría,
Pese a creerte ajeno,
enfrentas sin aviso tu partida
Te das cuenta del final, sin excusas,
sin mentiras y sin valijas.
Así es, lo sé y lo sabes,
pues definitivamente entiende
Que perdemos indolentes
lo más maravilloso y breve.
El tiempo que tenemos asignado,
misterio jamás revelado.
Entonces qué te detiene,
vívelo plenamente, disfrútalo, crece.
No te ates, ni rindas culto
de las cosas materiales,
Te aseguro que ellas nunca
compondrán el equipaje.
En ese paso sólo estarás tú,
es decir tu alma,
Ni tu cuerpo, ni tu pinta,
tu dinero o tu ropaje.
Si te llevarás el amor,
el que te dieron y el que entregaste.
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